Hoy es el día que muchos fans estaban esperando… o quizá no, porque acaba de salir el último libro de la saga fantástica con la que ha crecido toda una generación.
Sí, ya están aquí las «Reliquias de la Muerte», un Harry dispuesto a enfrentarse a la misión que le encomendó su mentor, Dumbledore, y un cada vez más poderoso Voldemort dispuesto a todo para impedir que nuestro amigo cumpla su objetivo.
En este último libro veremos como Harry deja de lado Hogwarts para dedicarse a la búsqueda de las reliquias (o hallows) que, según Dumbledore, debe encontrar para derrotar a su eterno rival. Pero, con el antiguo director bajo tierra y toda una sociedad controlada por mortífagos en su contra, no le va a resultar nada fácil. Esta vez la guerra está en marcha y sólo los verdaderos amigos apoyarán a Harry hasta el final.
Hace tiempo que leí la novela (en inglés) y he de decir que copó con creces mis expectativas. Después de las sucesivas decepciones causadas por el 4º, el 5º y el 6º libro, el 7º volvió a inyectarme esa energía, esa inquietud y esa magia que solían inspirarme los tres primeros.
Harry Potter y el prisionero de Azkabán siempre ha sido mi favorito, pero tengo que reconocer que no pensé que Rowling fuera a resolver la historia tan bien en la última entrega, así que estoy contenta y «Las Reliquias de la Muerte» ocupan ahora también un lugar preferente dentro de mi biblioteca de novelas fantásticas.
¿Alguna crítica? Siempre hay alguna, creo. La mía tiene que ver con lo de siempre: Rowling muchas veces me resulta demasiado seca y fría. Los personajes se relacionan pero hablan única y exclusivamente de sus objetivos (ir a no sé dónde, hacer tal cosa…). Parece que Harry y sus amigos nunca tienen miedo, porque J.K ni siquiera incluye una frase que diga: «Y Harry sintió un escalofrío cuando vio a los mortífagos» . Vamos, hombre, una cosa es ser valiente a pesar del peligro y otra es tener la sangre de horchata. Además, Harry, Ron y Hermione, que se supone que son amigos de toda la vida, ni siquiera se preguntan el uno al otro «¿Cómo estás?» «¿Te da miedo la guerra?», no sé… lo que se dirían unos amigos a otros en una situación parecida ¿no? Quizá sí, ocupe un poco más de espacio incluir estas cosas, pero no sería tanto en realidad y enriquecería la historia, la haría mucho más real.
Pongo como ejemplo el primer libro de la saga Memorias de Idhún, de la escritora española Laura Gallego. En este libro, titulado La Resistencia, la autora intercala la acción con los sentimientos de los personajes, dándoles esa vida interior que en la mayoría de las ocasiones le falta a Harry y sus colegas.
Otras pegas con respecto al 7º libro serían: cómo Rowling deja a Dumbledore (cuando lo leáis, sabréis por qué lo digo), pues creo que deteriora la imagen que le ha estado creando durante tantos años. Y también el tiempo que pasan en la tienda de campaña pues, como no se dicen nada, termina por resultarte agobiante.
Para terminar, y aprovechando que he mencionado a Laura Gallego, me gustaría quejarme de otra cosa más, pero esta vez tiene que ver con las editoriales y con los medios de comunicación españoles. A todos nos encanta Harry Potter, lo sé, pero lo que no entiendo
es: ¿por qué nos bombardean en el telediario con la salida de su último libro y, sin embargo, ni siquiera oímos hablar de todos esos autores españoles que siguen en la sombra? Las librerías están llenas de novelas fantásticas con sello nacional, comprobadlo. Y muchas de esas novelas están gustando a los jóvenes. Mi pregunta es: ¿por qué esta información no se lleva a los medios tradicionales? ¿Por qué la gente no se entera? ¿Por qué no valoran lo de aquí, lo español, y piensan que es como «de andar por casa», mientras que lo que viene de fuera parece que resulta ser el novamás? Vale, sí, es que Harry Potter es un gigante y no vamos a comparar… ¿O sí? ¿Creéis que Rowling estaría donde está si hubiera sido española? Yo lo dudo mucho. Porque en España no se valora lo de la tierra, es más importante pegarnos entre nosotros y el politiqueo. Una lástima. Con lo alto que podríamos llevar nuestra lengua uniéndonos con toda América Latina para apoyarnos en esto y estamos desperdiciando las oportunidades. Los países anglosajones se ayudan muchísimo más que nosotros. Se dan publicidad, se unen, comparten, deciden llevar sus libros al cine y publicarlos en distintos idiomas… ¿Y nosotros? Nos cuesta un mundo. ¿Por qué a veces llegamos a extremos tales como que un escritor bueno pero novel tenga que irse a publicar a otro país porque aquí nadie le hace caso; porque aquí somos unos catetos y no apreciamos lo bueno? Ha ocurrido con muchos profesionales. Han tenido que publicar y triunfar fuera de nuestras fronteras para que en España dijéramos «oh, sorpresa» y por fin les prestáramos atención, eso sí… años después.
Me parece terrible y deprimente y sólo quiero dejarlo claro para que haya por lo menos una persona que levante la voz para quejarse por los absurdos complejos que corroen nuestro país. Una vergüenza.
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